Asirios

Los guerreros asirios fueron despiadados. Solían destruir por completo las ciudades que capturaban y las tierras agrícolas que las rodeaban. Los despojaban de sus tesoros y los ciudadanos eran asesinados, convertidos en esclavos o exiliados en ciudades lejanas.

Los asirios se establecieron en el norte de Mesopotamia (zona del Oriente Próximo, ubicada entre los ríos Tigris y Eufrates), hacia 1250 a.C. Tomaron el control de toda Asiria, convirtiéndose así en un verdadero imperio. Sus ciudades más importantes fueron Assur y Nínive, y entre sus monarcas más ilustres destacaron Assurnasirpal, Asurbanipal, Salmanasar III, Sargón II y Sernaquerib.

El ejército asirio fue el primero que se conoce que utilizaba armas de hierro. La infantería estaba integrada por arqueros y piqueros, que vestían protegiendo el cuerpo con una coraza hecha con trozos de cuero; la cabeza estaba defendida por un casco o yelmo de metal coronado por una cimera (cima del yelmo, generalmente adornada de plumas u otros adornos). El escudo era redondo. Empleaban como armas un arco curvado, flechas cortas, lanza y espada también corta.

Las expediciones guerreras se realizaban cada año por primera vez con el rey al frente y consistían en la invasión de un pequeño reino, al mismo tiempo que se procedía a talar el campo. Se cortaban cabezas a los muertos y se tomaban prisioneros que eran encadenados para llevarlos consigo como esclavos o nuevos súbditos. Entre estos prisioneros siempre había obreros y mujeres.

El último de los grandes emperadores asirios fue Assurbanipal, quien fomentó las artes y letras y construyó grandes templos y palacios. Sin embargo, un imperio como el asirio, cuyo poder se basaba en la opresión, no podía durar para siempre.
Y es así como babilónicos y medos -pueblos del oeste de Asia, que ocupaba parte de Irán y parte de Azerbaiyán actualmente- se aliaron y entraron a Asiria desde la meseta de Irán, tomando e incendiando Nínive el 612 a.C.
El gran imperio finalizó con la muerte de Tiglatpileser I el 1077 a.C.