Mauro Mina sonríe

La pasión del box era algo que me tenía que imaginar. El box peruano vivía de recuerdos. De aquellos recuerdos del legendario Mauro Mina, uno de los mejores boxeadores del Perú y quizás del mundo de no haber sido por una fatal lesión en la retina que le impidió poder pelear el título mundial.
Recuerdos de Orlando Romero “Romerito”, único luchador masculino en disputar una final mundial y lamentablemente se quedó a nada de hacer historia.
Hasta el gran Mario Broncano, luchador de barrio que decidió extinguirse en la soledad de su mundo.
De aquellos tiempos, han pasado unos 30 años. 30 años que no se habla de box como un sentimiento, como una pasión. Ayer el box peruano renació nuevamente y la pasión fue descubierta y redescubierta.
De la mano de Kina Malpartida, actual campeona mundial de peso superpluma, Carlos “Mina” Zambrano, el boxeador de mayor proyección en el deporte y Jonathan Maicelo que aunque le falta corregirse, tiene un box violento.
Tres pugilistas hicieron que el coliseo Eduardo Dibos retumbe, que el mundo se enteré que el box peruano ha vuelto.
El primero en salir fue el chalaco Maicelo, la pelea duró los diez rounds pactados, el mexicano Gallegos no fue una presa fácil, sin embargo Jonathan demostró que su box, si bien le falta mejorar, está por buen camino.
Carlos, por su parte, derrotó por Knock Out técnico al brasileño Carlos de Jesús. La pelea apenas duró dos rounds de los seis pactados.
Y la pelea estelar de la noche fue por el título mundial: Kina Malpartida vs Halanna Dos Santos. Kina mostró su superioridad del inicio hasta el final, que se produjo en el minuto, trece segundos del séptimo round. La nacional conecttó sendos golpes que dejaron mareada a la brasileña en pasajes del segundo y sexo round, de los cuales se supo recomponer y volver a la pelea. Pero iniciado el séptimo asalto, Halanna no aguantó más y el árbitro detuvo el combate dándole el triunfo a Kina y el estallido de la hinchada peruana. Malpartida sigue siendo la campeona mundial.
El box ha renacido señores, y seguramente Mauro Mina desde el cielo sonríe de felicidad.